Dibujo

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"Una espada, una tierra, un Rey."

sábado, 16 de mayo de 2015

Anno Domini 492

De cómo los caballeros de Salisbury salvaron el señorío de Westdale y de cómo Merlin raptó al hijo del Rey y del juicio al que se sometió a los caballeros que le ayudaron.

Sir Lady Freya, Sir Lady Astrid, Sir Baelor, Sir Edar y Sir Lady Melery
acuden al señorío de Westgate en busca de los Cuernos de Oro.
Allí los utilizan y convocan a los descendientes de la Vigésima Legión,
que ayudan al señor local contra el ansia expansiva de un vasallo del Rey de Cornualles.
A los meses Merlín engaña a algunos caballeros para que le ayuden
inadvertidamente a raptar al hijo que el Rey Uther ha tenido con Ygraine.
Los caballeros son juzgados por traición pero salen libres.
Merlin es desterrado, aunque nadie le encuentra, ni a él, ni al hijo del Rey."
- Flavio Lucio Dextro, cronista.

Al principio de la primavera dos caballeros de Salisbury llegaron a Terrabil a reforzar la guarnición. Uno era Sir Edar, caballero que fue nombrado caballero el mismo año que nuestros caballeros habituales. Estos últimos años el Conde Roderick sólo le había asignado trabajos de vigilancia por lo que se había ganado el apodo de "El Vigilante". Le acompañaba Sir Lady Melery, una caballera de sonrisa agradable recién nombrada. De orígenes paganos y de recursos modestos era conocida por su frugalidad y su valentía. Además, poseía una reliquia familiar bendita por la misma Diosa capaz de sanar las más atroces de las heridas.

Feliz fue el encuentro en Terrabil entre los viejos amigos y la nueva caballera, reunión que Sir Alain aprovechó para contar a nuestros caballeros una asombrosa historia que había escuchado de boca de un viejo cazador. Se decía que en Weardale, tierras limítrofes con el reino de Cornualles, habitaba un jabalí inmenso cuyos cuernos de oro harían ricos a los hombres que lo cazasen.

Sir Lady Freya solicitó permiso a Sir Thebert, castellano de Terrabil, para que pudieran partir en busca de tan asombroso animal. Sir Thebert se lo concedió a cambio de que le dieran uno de los afamados cuernos de oro de la bestia.

Y así nuestros caballeros partieron  hacia Weardale, acompañados por Sir Alain. Tras días de viaje, en la entrada de una cueva cercana al camino divisaron a dos hombres apaleando a un tercero vestido con hábitos monacales. Tras unas breves palabras Sir Edar cargó contra uno de ellos, decapitándolo de un certero golpe. El otro fue reducido y capturado. El monje resultó ser un joven amable con un desafortunado pasado que le había ocasionado una total pérdida de memoria. Vivía como un ermitaño en la diminuta cueva, rodeado por algunos objetos de procedencia romana -una estatua tallada en mármol con la forma de un águila imperial, un yelmo de diseño exótico...- que no recordaba cómo había obtenido pero a los que parecía guardar gran cariño. Tras un riguroso interrogatorio que terminó con la muerte del prisionero, Sir Edar y Sir Baelor averiguaron que los asaltantes eran bretones vasallos del barón Wilfrith, el cual servía al Rey de Cornualles.

Tras pasar la noche con el agradecido ermitaño, nuestros caballeros partieron al día siguiente recomendando antes al monje que buscase un lugar distinto en el que guarecerse. A las pocas horas, todavía con el frescor de la mañana, los caballeros de Salisbury se toparon con un hombre a caballo vestido con ropas de caza. Cruzada sobre las grupas de su montura había una dama y detrás de él le seguían diez hombres armados. Al ser cuestionado se presentó como Sir Beomart, caballero vasallo del barón Wilfrith al que calificó como el verdadero señor de esas tierras. Cuando Sir Baelor le argumentó que estas tierras pertenecían al Rey Uther, Sir Beomart resopló diciendo que la única autoridad que reconocía era la del barón Wilfrith, su señor. Así mismo arguyó que la dama era un legítimo derecho de conquista y que la llevaba al encuentro con el barón para que él dispusiera de ella como quisiera. La doncella se revolvía en la grupa del caballo gritando que eso no era cierto e implorándoles ayuda, pues había sido secuestrada de la propiedad de su padre. Esas palabras le valieron un bofetón propinado por el caballero. Ante tal gesto los hombres y mujeres de Salisbury se apresuraron al rescate de la dama y, a pesar de ser inferiores en número, lograron abatir a la escolta de Sir Beomart, el cual huyó con su montura dejando a la dama en tierra para no perder velocidad. Agradecida, la dama se presentó como Lady Alba, hija del señor de Weardale y se ofreció a llevar a los caballeros a presencia de su padre. Sir Baelor, que había sido derribado en el combate, recibió la asistencia de Sir Lady Melery y gracias a su reliquia familiar buena parte de sus heridas fueron mágicamente curadas.

"Esta reliquia es sin duda asombrosa... ¿dónde decís que residís habitualmente, Sir Lady Melery?" - Sir Lady Astrid, para nada interesada.

Así fue como llegaron a Westgate, una población con claros signos de haber visto tiempos mejores. Enflaquecidos campesinos moraban en paupérrimas y sucias chozas. Las mujeres y los niños gañían y los hombres no levantaban la vista del suelo. Un ruinoso castillo de patio y empalizada protegía la región. Allí les condujo Lady Alba, que fue reconocida por el mayordomo del castillo con gran alegría. Los mozos de establos se hicieron cargo de las monturas y los caballeros entraron al salón de la casa señorial, decorada con añejos motivos romanos. Sir Colius, señor del lugar, era un hombre anciano que se levantó de la mesa donde estaba sentado y corrió a abrazar a su hija. Tras las debidas presentaciones Sir Colius dio las gracias a nuestros caballeros y les dijo que el barón Wilfrith era su enemigo, un hombre arrogante que estaba saqueando sus tierras y masacrando a sus vasallos. Había raptado a su hija y heredera para casarse con ella y dar así legitimidad a su aspiración por las tierras de Weardale.

Sir Colius tenía otro hijo, pero había desaparecido hacía años junto con otros muchos hombres en un viaje a Roma. En un intento de hallar el paradero de su hijo había gastado su fortuna en busca de información. Algunos hombres le dijeron que su hijo Busulius era ahora rey en Armenia, otros que había enloquecido durante el viaje. Uno testificó que le había visto morir en una batalla en la Galia.

Sir Baelor afirmó que durante su viaje se habían encontrado a un hombre con pertenencias romanas y que no conocía nada de su pasado pues había perdido la memoria. Esta pista alegró sobremanera al anciano y mandó a un grupo de hombres a buscar al ermitaño según las indicaciones que le dieron nuestros caballeros.

Cuando los caballeros contaron a Sir Colius que estaban en la región en busca del jabalí de los cuernos de oro Sir Colius afirmó que su venida no podía ser sino cosa del destino. Hacía un año, un hombre santo en peregrinaje había profetizado que la gloria de Weardale resurgiría cuando los cuernos de Valera Victrix volvieran a sonar.

Valera Victrix, 'Valiente y Victoriosa', fue el nombre emérito otorgado por el Emperador a la Vigésima Legión. Sin duda los cuernos a los que hacía referencia el hombre santo eran los cuernos de señales de la Vigésima. Fueron conservados en la antigua Villa romana donde tiempos ha moraron los ascendientes de Sir Colius. Éste envió hombres a recuperar los cuernos. El primer grupo no los encontró, el segundo no regresó y el tercero tampoco los halló. Pero tal vez los caballeros de Salisbury tuvieran más suerte y los cuernos fueran los mismos que los que portaba el jabalí.

"- Mucho habéis hecho ya por nosotros, nobles caballeros, pero si me ayudaseis a recuperar los cuernos de la Vigésima, os estaría eternamente agradecido y os daría el bien más valioso a mi corazón, la mano de mi hija."
"- Bueno, bueno, pero... ¿está buena?" - Sir Edar, un romántico.

Y así, al día siguiente, nuestros caballeros partieron en busca de la vieja Villa romana siguiendo las indicaciones de Sir Colius. En el camino se toparon con un numeroso grupo de personas que parecían estar construyendo un nuevo asentamiento aprovechando los restos de un antiguo templo romano. Un grupo de seis caballeros se acercó a los caballeros de Salisbury. Su líder era Sir Etherem, un hombre de sonrisa taimada que se presentó como vasallo del barón Wilfrith. Sir Baelor cuestionó a Sir Etherem la legitimidad del barón en construir un asentamiento en tierras que no eran suyas, pero los argumentos de Sir Etherem sembraron de dudas al grupo sobre si realmente éstas eran las tierras de Sir Colius o del barón Wilfrith. Mientras Sir Baelor intentaba encontrar una solución amistosa para pasar por la región, unos comentarios machistas en tono desenfadado sostenidos entre Sir Baelor y Sir Etherem hicieron que Sir Lady Freya perdiera los estribos, cargando en su montura contra Sir Etherem. El caos de la lucha estalló a su alrededor y cuando nuestros caballeros se empezaban a imponer sobre sus rivales, un segundo grupo de caballeros reforzó a Sir Etherem. Mientras, los hombres del asentamiento se armaban con lo que encontraban y corrían hacia la batalla como un enjambre enfurecido.

"Me he calentado. Lo siento, ¿vale?" - Sir Lady Freya, tras activar un Código Verde.

Viendo que el enemigo les sobrepasaba mucho en número, Sir Baelor puso en una situación comprometida a Sir Etherem en la lucha y con su oratoria forzó unas tablas que Sir Etherem, ensangrentado y herido, aceptó. Nuestros caballeros aprovecharon para marcharse rápidamente antes de que la gente de Sir Etherem pudiera organizarse.

"¿Me puedo llevar uno de esos caballos que ahora no tienen dueño?" - Sir Lady Melery, comparando su pottoca (poni) de guerra con la montura de uno de los caballeros vencidos.
"Calla, calla, vámonos." - Sir Edar, llevándose a Sir Lady Melery antes de que se líe de nuevo.

Forzados así a desviarse del camino que les había indicado Sir Colius, nuestros caballeros se perdieron por la región mientras caía la noche y estallaba a su alrededor la que parecía la madre de todas las tormentas. Gracias a la iluminación de un rayo, Sir Lady Astrid divisó en lontananza un castillo de patio y empalizada y se apresuraron a buscar refugio entre sus muros. Cuando llegaron empapados a los muros, el portero les permitió pasar y los acompañó hasta el salón del señor. Mientras sus ojos se acostumbraban a la luz del interior vieron que el salón estaba decorado con blasones que no conocían y que las alrededor de cincuenta personas que lo ocupaban les miraban con expresiones que iban desde la extrañeza a la clara hostilidad. Sir Baelor reconoció el blasón del barón Wilfrith y nuestros caballeros tragaron saliva.

El mayordomo les preguntó sus nombres y les presentó en una lengua extranjera. Se hizo el silencio. Un hombre de mediana edad sentado en la cabecera de la mesa y vestido de forma elegante hizo un gesto con la mano y la gente del salón volvió a sus conversaciones. A nuestros caballeros se les acomodó en la zona más alejada de la mesa y se les sirvió cerveza fría con pan seco y vino aguado, cumpliendo a duras penas con la ley de la hospitalidad.

Los caballeros de Salisbury, conscientes de lo precaria de su situación, intentaron pasar desapercibidos mientras cenaban hasta que uno de los caballeros sentados cerca del barón se levantó. Sir Lady Freya y Sir Lady Astrid lo reconocieron como Sir Beomart, el caballero que había intentado secuestrar a Lady Alba.

"Propongo un brindis por Sir Wilfrith, barón de todas estas tierras y señor de Weardale."

Todos los bretones a excepción del propio barón se alzaron para brindar, dejando a nuestros caballeros en evidencia al no levantarse. Sir Beomart, enfurecido, se acercó a los caballeros de Salisbury amenazándolos e insultándolos por no brindar por el señor que les había ofrecido hospitalidad. Sir Lady Freya, no pudiendo contenerse por más tiempo, replicó a Sir Beomart duramente y ambos se retaron a un duelo al día siguiente. A su alrededor las cosas se pusieron tensas y muchos bretones se empezaron a llevar las manos a las armas. Cuando parecía que iba a estallar una lucha, rompiéndose todas las leyes sagradas de la hospitalidad el barón Wilfrith alzó la voz, haciéndose el silencio.

"¡Basta! Sir caballeros, esta noche os he extendido mi hospitalidad y eso os protege ahora, pero, avisados estáis, por la mañana no quedará nada de ella."

Tras ello el barón se levantó y se retiró, dando la cena por concluida. Nuestros caballeros se dispusieron a dormir en el salón tras valorar el hecho de marcharse en plena noche, pero la terrible tormenta que había en el exterior, junto con el hecho de que marcharse al abrigo de la noche como unos forajidos sería ir en contra de su honor, les hizo quedarse.

A la mañana siguiente nuestros caballeros se despertaron y vieron cómo los caballeros bretones salían sin hacer ruido del salón. Fuera, una multitud enfurecida vituperaba e insultaba a nuestros caballeros, retándoles a salir. Incapaces de tolerar semejantes insultos los caballeros de Salisbury salieron del edificio enfrentándose a su destino.

Se hizo un semicírculo de personas a su alrededor y el barón Wilfrith, en medio de ellos, habló:

"Estos caballeros han abusado de mi hospitalidad y amenazado a mis vasallos, por lo que les declaro mis enemigos y les retiro dicha hospitalidad. Sir Lady Freya luchará contra mi campeón hasta que uno de los dos prevalezca. El vencedor no estará obligado a aceptar la rendición del perdedor y no habrá deshonor alguno si lo ajusticia. Si vuestro campeón vence, podréis marcharos. Si pierde, reconoceréis mi reclamación a este territorio y no volveréis a interferir en mis asuntos."

Sir Beomart se adelantó. "No obtendréis piedad de mi, extranjera."

Ambos caballeros resultaron inspirados por sus pasiones. Sir Beomart, por su lealtad a su señor el barón; Sir Lady Freya, por su lealtad al grupo, que sufriría las consecuencias de su derrota si perdía. El duelo fue rápido, Sir Lady Freya esquivó por milímetros el savaje hachazo que iba dirigido contra su cuello y propinó un tremendo golpe contra la cadera del caballero que lo abrió en canal y lo dejó inconsciente. Tras un segundo de vacilación Sir Lady Freya acabó con la vida del caído de un golpe limpio en el cuello. A su alrededor se hizo un ominoso silencio y la gente empezó a cerrar el círculo alrededor de los caballeros, desenfundando sus armas.

"¡Ha sido un duelo justo! ¿Acaso no tenéis honor?" - Sir Edar, amansando las fieras.

El baron Wilfrith levantó una mano y dijo "No. Dejadles ir. Di mi palabra."

Y de nuevo los caballeros de Salisbury salieron de una situación desesperada y se apresuraron a salir de la zona. Por la mañana y a la luz del sol, reencontraron las indicaciones que les había dado Sir Colius y siguieron la marcha. Sir Baelor vio a lo lejos un enorme jabalí que se desplazaba en paralelo por un bosque que había a su derecha, pero cuando fueron hacia él, el animal desapareció en el bosque sin dejar rastro. 

Finalmente, por la tarde llegaron a la Villa romana, que presentaba un aspecto abandonado y ruinoso. Nuestros caballeros se separaron para registrar la zona en busca de los cuernos. Sir Lady Freya y Sir Baelor encontraron lo que parecía una tumba con el símbolo de un jabalí en posición de carga grabado sobre ella y un texto en latín que no pudieron leer. Tras avisar al resto y reunirse, Sir Alain pudo leer con voz grave la inscripción, que rezaba "Gaius Favonius, ciudadano de York, centurión de la Vigésima. Falleció a los 40 años tras 16 años de servicio."


Conforme Sir Alain iba leyendo la inscripción, a Sir Lady Freya le pareció escuchar el gruñido de un jabalí... ¡parecía como si el emblema estuviera cobrando vida! Antes de poder reaccionar, un enorme jabalí embistió a la caballera por la espalda y la mandó despedida como una marioneta contra una pared, hiriéndola de gravedad en el proceso. Era el mismo jabalí que habían visto en el bosque. ¡Portaba en vez de colmillos dos cuernos dorados y tras el ataque emprendía la huída! Sir Lady Astrid fue la más rápida y golpeó a la bestia aunque sin producirle daños de consideración. Sir Baelor, sin embargo, calibró un certero golpe en la cabeza de la criatura que hizo que se desplomase. ¡Nuestros caballeros habían capturado a la bestia!

Los cuernos de oro se desencajaron de los colmillos de la criatura y Kili, el veterano escudero de Sir Baelor, despellejó al animal. Una vez más las vendas mágicas de Sir Lady Melery demostraron su poder curativo y permitieron a Sir Lady Freya continuar el viaje parcialmente recuperada.

En el viaje de vuelta a Westgate, Sir Baelor y Sir Lady Astrid distinguieron en la noche numerosas fogatas en el horizonte a sus espaldas. ¡Esas luces sólo podía producirlas un ejército y éste se dirigía a Westgate! Así que al día siguiente nuestros caballeros aceleraron la marcha hasta llegar a Westgate, donde fueron recibidos por su población entre gritos de alegría al volver con los cuernos. Sir Colius, sopló primero uno y luego otro, y a los pocos minutos llegaron cinco caballeros portando el emblema del jabalí que se arrodillaron ante Sir Colius proclamando al unísono: "¡Ave, Tribuno!"

Entre ellos estaba Sir Busulius, el hijo de Sir Colius, que no era otro que el ermitaño que habían salvado anteriormente y que había recuperado la memoria. Padre e hijo se fundieron en un abrazo. Llegaron más personas, armadas con azadas, palas, picos e incluso viejas espadas de diseño romano; los descendientes y supervivientes de la Vigésima, que acudían a la llamada del cuerno.

Sir Colius dejó un reducido número de hombres en el castillo para aguantar el asedio y colocó a la mayor parte de sus fuerzas ocultas en un bosque con la intención de atrapar al ejército del barón Wilfrith por sorpresa.

Nuestros caballeros de Salisbury, con Sir Baelor al mando de su Lanza, se ocultaron en el bosque.

Cuando el ejército del barón Wilfrith llegó, pudieron ver el tamaño de sus fuerzas. Eran menos numerosas que las de Sir Colius, pero parecían mejor equipadas y más experimentadas. Habían traído numerosas escaleras de asedio, con las que sin duda pretendían tomar el castillo.

Hubo un pequeño parlamento y pronto el enemigo asaltó el castillo. Sir Baelor, impaciente, fue incapaz de esperar la orden de Sir Busulius para hacer un ataque coordinado, y forzó a su Lanza a entrar en combate antes de que el comandante diera la orden. El combate fue corto, pero intenso. Sir Baelor comandó con valor su Lanza y cruzó espadas con el propio barón y su escolta personal varias veces, pero resultó derribado del combate y cayó inconsciente. La batalla terminó a las cuatro horas de combate con la retirada de las fuerzas del barón Wilfrith. ¡La Vigésima, una vez más, había vencido!

Sir Melery, utilizó de nuevo la Venda Sagrada para atender a Sir Baelor y le permitió recuperarse rápidamente. Por la noche hubo una gran celebración donde nuestros caballeros fueron los protagonistas y Lady Alba quedó comprometida a Sir Edar. Nuestros caballeros se despidieron al día siguiente y volvieron a Terrabil con una gran historia que contar. Sir Thebert, el castellano de Terrabil, lamentó no haber recibido el cuerno que le habían prometido, pero reconoció que su lugar estaba en la casa de Sir Colius, su legítimo propietario.

Nuestros caballeros pasaron unos meses más como guarnición en Terrabil mientras el Rey Uther reorganizaba el ducado. La Reina Ygraine estaba notablemente embarazada y a mediados del año estaba a punto de dar a luz.

A mediados de la primavera llegaron del norte los Reyes Lot, Nentres y Uriens. Lot y Nentres venían a casarse con las hijas de Ygraine, de modo que Uther consiguiera vía matrimonio la amistad de los reyes norteños. El Rey Lot se iba a casar con la hija mayor, Margawse, y Nentres con Elaine, la segunda hija. La tercera hija de Ygraine, Morgana, era aún muy joven, pero Uther la prometió a Uriens. De este modo, se reforzaron los lazos entre los reinos britanos y Uther se hizo políticamente más fuerte.

En la doble boda tuvo lugar un banquete regio, en el que Sir Lady Freya, Sir Lady Astrid y Sir Baelor fueron invitados y reconocidos como los héroes de Terrabil. Allí los tres bebieron más de la cuenta y se los tuvieron que llevar borrachos como una cuba.

El día que nació el hijo de Uther, Sir Lady Freya, Sir Lady Astrid y Sir Baelor volvían a Terrabil después de patrullar la zona. En los bosques se encontraron con Merlín, que les pidió ayuda.

"Saludos, caballeros. Me ayudasteis en el pasado y necesito de vuestros servicios de nuevo. Seguidme." - Merlín, en un día locuaz.

Merlín les condujo al interior del bosque y les pidió que esperasen. Cuando volvió, horas después, llevaba un bulto bajo el brazo. Pidió a los caballeros que entretuvieran a sus perseguidores, que resultaron ser Sir Brastias, el guardaespaldas del Rey, y sus hombres. Antes de reconocerlos nuestros caballeros mataron a un caballero e hirieron de gravedad a otro. Cuando Sir Baelor preguntó qué ocurría, Sir Brastias le respondió:

"¡Merlin ha raptado al hijo del rey y me estáis haciendo perder el tiempo con esta inútil cháchara, idiotas! ¡El rey se enterará de ésto! Ahora decidme, ¿por dónde ha ido ese perro inhumano?"

Nuestros caballeros se unieron al grupo de Sir Brastias y se encontraron con más caballeros dispuestos por Merlín que les dificultaron la búsqueda. Por la noche perdieron el rastro y antes del amanecer Sir Baelor creó algunos rastros falsos que confundieron al grupo del rey. Finalmente Merlín y el hijo del Rey Uther no fueron encontrados. 

Los caballeros que habían ayudado sin saberlo a Merlín volvieron a Terrabil e informaron a Sir Thebert de lo que había sucedido. A los dos días fueron convocados a Tintagel, donde fueron mantenidos en custodia. Allí recibieron la visita de Sir Elad y el obispo Roger de Salisbury, que habían venido enviados por el Conde Roderick. Ambos interrogaron a los caballeros y hablaron mucho de lo que pasó el día del secuestro del hijo del rey. Entre las cuestiones que se plantearon fue la conversión de los caballeros al cristianismo. Uther era un rey cristiano y Merlín era un pagano, si los caballeros proclamaban su renuncia a las costumbres paganas del propio Merlín, sin duda sería visto con muy buenos ojos por el tribunal, defendía el obispo Roger. Tras meditarlo durante la vigilia, los tres caballeros, ninguno de ellos especialmente devoto, anunciaron su deseo de convertirse al cristianismo y bautizarse, a lo que el obispo Roger les felicitó por su decisión y afirmó que así se haría una vez terminase el juicio.

Durante los siguientes días se celebró el juicio por traición. Se presentaron los cargos y los caballeros se defendieron como pudieron con ayuda de sus señores. Sir Elad dijo que el Conde Roderick daba su palabra de que eran caballeros honorables. El Padre Dewi, un famoso hombre santo, dijo que sin duda los caballeros habían sido embrujados por Merlín, que era un conocido pagano e hijo del Diablo, por añadidura. La Reina Ygraine, destrozada por la pérdida de su hijo, sólo susurraba a Uther que les matara a todos.

Finalmente, el Rey Uther declaró que los caballeros eran inocentes puesto que habían sido embrujados por Merlín, pero que el mago era un traidor a la corona y al reino. Los caballeros debían ser purificados por el arzobispo Dubricus para librarse de todo embrujo, pero la pena para el mago eran el exilio y la muerte. Desde aquel día los caballeros fueron conocidos en la corte como "los caballeros que condenaron a Merlin".

Con su buen nombre limpio de nuevo, nuestros caballeros volvieron a sus tierras a pasar lo que quedaba de año. Agradecieron al conde Roderick su implicación en el juicio y fueron cuestionados por muchos para que les dieran detalles de lo que había sucedido con el hijo del rey. A las pocas semanas Sir Lady Freya, Sir Lady Astrid y Sir Lady Baelor fueron bautizados en la Catedral de la Bendita Virgen María de Sarum por el obispo Roger.




Los Caballeros en el 492

Sir Baelor (Edad 28)
Caballero Celta Pagano, Caballero Abanderado, Gloria 5.487
TAM 15   DES 11   FUE 18   CON 13   ASP 11
Habilidades principales: Administración 16, Cazar 15, Batalla 16, Equitación 15, Espada 22, Lanzas 16
Rasgos y Pasiones famosas: Lujurioso 17, Valiente 16, Honor 16, Lealtad (Escudos de Sarum) 18
Posesiones:
  • 7 señoríos en Salisbury
    • Winterbourne Stoke
    • Market Lavington (cedido a Sir Alastor)
    • Marston (cedido a Sir George)
    • Bodenham (cedido)
    • Coombe Bisset (cedido)
    • Over Wallop (cedido)
    • Chitterne (cedido)
  • 6 Caballeros Vasallos (Sir Alastor, Sir George y 4 más)
    • Tesoro: 23 £


      Sir Edar (Edad 28)
      Caballero Celta Pagano, Caballero Vasallo, Gloria 1.548
      TAM 12   DES 12   FUE 19   CON 19   ASP 8
      Habilidades principales: Cazar 15, Primeros auxilios 15, Batalla 16, Espada 15
      Rasgos y Pasiones famosas: Lujurioso 16, Honesto 16, Valiente 19

      Posesiones:
      • 1 señorío en Salisbury

      Sir Lady Astrid (Edad 28)
      Caballera Sajona Pagana, Caballera Abanderada, Gloria 5.957
      TAM 14   DES 12   FUE 14   CON 13   ASP 15
      Habilidades principales: Percepción 16, Primeros auxilios 16, Encanto nórdico 15, Equitación 16, Espada 20
      Rasgos y Pasiones famosas: Honesta 16, Justo 16, Valiente 20, Lealtad (Conde Roderick) 20, Lealtad (Escudos de Sarum) 17, Lealtad (vasallos) 16,  Amor (familia) 16, Amor (Sir Leo) 16, Odio (otros sajones) 17
      Posesiones:
      • 3 señoríos en Salisbury:
        • Dinton, Monxton (donado a Sir Leo)
        • Grately (donado a Sir Leo)]
      • 1 Castillo
        • Dinton - Zanja y terraplén con foso - VD 4
      • 2 Caballeros Vasallos (Sir Leo y otro)
      • Tesoro: 47 £ y 320 denarios

      Sir Lady Freya (Edad 28)
      Caballera Sajona Pagana, Caballera Vasalla, Gloria 6.027
      TAM 14   DES 11   FUE 15   CON 13   ASP 15
      Habilidades principales: Nadar 18, Percepción 15, Primeros auxilios 15, Equitación 15, Espada 20
      Rasgos y Pasiones famosas: Honesta 16, Valiente 16, Lealtad (Conde Roderick) 19, Lealtad (Escudos de Sarum) 16, Odio (Sajones) 16
      Posesiones: 
      • 1 señorío en Salisbury
        • Newton
      • 1 Castillo
        • Newton - Zanja y terraplén con foso - VD 4
      • Tesoro: 38 £ y 120 d

      Sir Lady Melery (Edad 21)
      Caballera Sajona Pagana, Caballera Vasalla, Gloria 1.168
      TAM 12   DES 11   FUE 15   CON 14   ASP 12
      Habilidades principales: Administración 15, Coquetear 15, Espada 15
      Rasgos y Pasiones famosas: Frugal 16, Valiente 18, Odio (Sajones) 18
      Posesiones: 
      • 1 señorío en Salisbury
        • Sutton
      • Tesoro: Vendas Sagradas de la Diosa

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