De cómo los caballeros de Salisbury lucharon en el asedio de Wickham y de cómo asistieron a la boda de Morgana y el Rey Uriens.
Sir Lady Astrid, Sir Baelor, Sir Obon, Sir Lady Arya y la escudera Eloisa
ayudan al Conde Bar a proteger sus tierras de las tropas del Duque Artaus
de Clarence, reparando así el daño que Salisbury cometió hace dos años
a Marlborough. Posteriormente "liberan" a la Reina Ygraine y a su hija
Morgana de unos secuestradores y luego las acompañan al norte para el enlace
entre Morgana y el Rey Uriens de Gorre. - Flavio Lucio Dextro, cronista.
Aquel año llegaron a Sarum un emisario de Kent y el príncipe Cynric de Wessex, ambos exigiendo tributo para sus reinos. Nuevamente el Consejo se lo negó y ambos abandonaron Sarum enfurecidos, prometiendo represalias por año tras año de continuas negativas.
También llegó Sir Alain de Carlion. Como vasallo del Rey Nanteleod deseaba conseguir mercenarios que le ayudasen en la guerra que su señor iba a realizar en el norte de Cambria. Los tres hermanos Cadwell habían arrebatado hacía años el reino de Norgales a los hijos del Rey Pellinore y Nanteleod había decidido dar una lección a los traicioneros caballeros. Para ello contrataba caballeros mercenarios a sus precios habituales. Al día siguiente llegó un mensajero de Norgales informando que contrataban mercenarios al doble del precio habitual.
"Estos de Norgales parecen desesperados." - Sir Obon, demostrando su buen olfato a la hora de detectar riesgos.
El Consejo decidió apoyar la causa de Nanteleod enviando quince caballeros y veinticinco infantes al mando de Sir Bennem.
"Siempre es bueno ayudar a los vecinos." - Sir Bennem, pensando en las ganancias.
La escudera Eloísa, atendiendo sus obligaciones al servicio de Sir Baelor, escuchó lo siguiente de un grupo de sirvientas:
"- Espero que el Consejo envíe al ejército a ayudar a Ulfius: tenemos que detener a esos nuevos sajones. ¿Por qué siempre parecen invencibles cuando desembarcan? ¿Nadie puede pararles?
- Es magia, querida, magia. Adoran a dioses malvados. Antes de desembarcar sacrifican bebés y mujeres vírgenes. Por eso superan a nuestros ejércitos.
- ¡Con lo bien que iban las cosas! Sajones matando sajones y galeses e irlandeses guerreando también entre ellos.
- Sí, pero... ¿cuánto durará ésto? Puede que se maten unos cuantos entre sí, pero los supervivientes se unirán en un solo ejército después de eso. Hasta ahora hemos tenido suerte conteniéndoles pero, ¿tú crees que se contentarán con pedirnos tributo cuando estén unidos? Será el fin de todo.
- Bueno, no creo que actuen de manera distinta a como lo haríamos nosotros. Mirad al Rey Idres: es franco, ¿no? Y actúa de forma muy similar a un britano. Luchar unos contra otros forma parte de la naturaleza humana y no del país de origen de cada cual.
- Bueno querida, me han contado que, desde luego, tú sí que sabes consolarte con la "naturaleza humana"... (risas).
- ¿No creéis que vamos de mal en peor? Espero que las cosas mejoren cuando el joven conde sea nombrado caballero."
Llegó un emisario con autoridad para hablar en nombre de los condes de Huntington y Hertford. Ambos condados se habían aliado en un pacto de defensa mutua y buscaban otros condados que quisieran unirse a ellos. Solicitaban ayuda para luchar contra los anglos que habían conquistado Caercolum. Temían ser las próximas víctimas y necesitaban ayuda en forma de voluntarios por "el bien de Britania".
"Por eso necesitamos un Rey. Con él tendríamos un único ejército." - Sir Amig, cualquier tiempo pasado fue mejor.
Tras debatirlo el Consejo denegó de forma cortés ayudar a los condes de Huntington y Hertford, aduciendo tener problemas imperiosos en las cercanías de Salisbury.
Finalmente llegó Sir Thebert de Marlboro. Con gesto adusto se arrodilló ante el Consejo. El Duque de Clarence avanzaba a través de Marlborough en contra de su señor, el joven Conde Bar. Hizo ver al Consejo que esta situación no se habría producido de no ser por el ataque de los caballeros de Salisbury hace dos años y apeló al Honor de Salisbury para reparar el daño cometido y a la amistad que le unía con algunos miembros del Consejo. Además, afirmó, los caballeros ladrones de Rydychan también iban a enviar tropas para ayudar a Clarence y seguro que Salisbury no deseaba tener a estos vecinos en su frontera norte.
Sir Lady Astrid y Sir Amig apoyaron a Sir Verius. La primera por la amistad que le unía al caballero y el segundo, por la justicia de su caso; Sir Bennem arguyó que el Honor de Salisbury no estaba en entredicho. Después de una fuerte discusión el Consejo decidió ayudar a Marlborough y marchar a la guerra. Intentando conseguir ayuda el Consejo mandó emisarios a las regiones vecinas: Sir Lycus a Silchester, Sir Lady Lilo y Sir Edar a Dorset, Sir Lady Astrid y Sir Baelor a Somerset, Sir Aedan y Sir Lady Denali a Sussex y Sir Obon y Sir Lady Arya a Cornualles.
En Silchester, Sir Lycus fue recibido por el Duque Ulfius. La corte estaba atestada y Sir Lycus se vio obligado a sobornar con ricos presentes al chambelán del duque. Finalmente expuso su caso y recordó al duque que los caballeros ladrones de Rydychan estaban involucrados y debían ser castigados. El Duque Ulfius decidió enviar a Sir Blains de Levcomagus junto con 14 caballeros y 50 soldados. Sir Blains era un viejo enemigo de Salisbury, pero Sir Lycus sabía que no sería sabio rechazar esa ayuda.
En Dorset, Sir Lady Lilo y Sir Edar se reunieron con el Pretor Jonathel. Al exponerle la situación el Pretor recordó a los caballeros que el año pasado le habría gustado contar con el apoyo de Salisbury en su guerra contra Cornualles pero que no recibió ayuda. Aún así había conseguido el triunfo, pero ahora precisaba de todos sus caballeros y soldados para patrullar la inestable frontera.
Más suerte tuvieron Sir Lady Astrid y Sir Baelor en Somerset. El viejo rey confiaba en la protección que le daban sus marismas para luchar una guerra de guerrillas en caso de ser invadidos y en un principio no se vio presionado por la amenaza de ninguna fuerza exterior. Sin embargo las inspiradoras palabras de Sir Lady Astrid conmovieron el seco corazón del rey y acordó enviarles treinta infantes, cazadores de las marismas en su mayoría.
"El Rey de Somerset es el Rey de las Ranas, creyéndose a salvo tras sus marismas y charcas." - vieja tonadilla de Salisbury.
Sir Aedan y Sir Lady Denali fueron a Sussex. Allí la joven caballera habló con el Bretwalda y éste ratificó su compromiso con la alianza de Salisbury, enviando cien infantes sajones al mando de Celyn, su heredero.
En Cornualles, Sir Obon y Sir Lady Arya no lograron persuadir al Príncipe Mark que, hablando en nombre de su padre, se limitó a ofrecer como mercenarios la misma cantidad de caballeros que Salisbury le había prestado hacía dos años. Conscientes de las arcas vacías de Salisbury y su incapacidad de pagarlos ambos caballeros abandonaron Cornualles.
"Ya vendrán a pedir algo, ya..." - Sir Lady Arya, galopando de vuelta a Sarum y resentida con Cornualles.
Por fin los ejércitos marcharon hacia su destino. Las tropas de Marlborough, Salisbury, Silchester, Somerset y Sussex conformaban sesenta y cinco caballeros y unos doscientos setenta infantes. Sir Thebert recibió a los caballeros en Wickham con grandes muestras de júbilo, puesto que temía que su causa estuviera perdida. El joven Conde Bar, que no tenía edad ni siquiera para ser escudero, acompañaba siempre a Sir Thebert. Cuando llegó el momento de decidir quién liberaría las tropas muchos apoyaron a Sir Baelor, Mariscal de Salisbury, pero después de algunas discusiones Sir Thebert de Marlboro consiguió el mando supremo. Después de todo, era su ciudad la que iba a ser asediada.
"Por supuesto, demos el mando a un caballero de Salisbury. Después de todo ya demostraron hace dos años que son mejores batalladores que los caballeros de Marlborough, ¿no es cierto, Sir Baelor?" - Sir Blains de Levcomagus, trabajando por el buen entendimiento entre sus aliados.
Un día las tropas de Clarence llegaron a Wickham. Al mando del Duque Artaus, más de doscientos caballeros y cuatrocientos soldados, junto a numerosas máquinas de asedio, acamparon frente a las murallas. Junto a las tropas de Clarence marchaban la mitad de los ejércitos de Marlborough, bajo el mando de Sir Coden de Wandborough; tropas de Rydychan, a las órdenes de Sir Belleus; y soldados de Wuerensis, cuyo Conde había jurado vasallaje al Duque de Clarence.
Sir Blains estimaba que había pocos asaltantes y que se podría resistir el asedio. Mientras así hablaba llegó Sir Thebert y comunicó a los caballeros que su señor, el Conde Bar, había decidido presentar batalla. Todos los caballeros, incluyendo a Sir Blains se negaron. Sólo Celyn y sus sajones parecían dispuestos a arremeter contra un enemigo que era a toda vista superior en número.
"Carguemos contra esos desgraciados y que Odín decida quién va a beber hidromiel a sus salones." - Celyn, un sajón jovial.
A pesar de que en un principio Sir Thebert les tachó de cobardes, la razón se impuso y las tropas se quedaron detrás de las murallas.
El asedio se prolongó una semana. Fueron días duros, en los que Sir Lady Astrid se dedicó a mantener la calma entre los sajones y el resto de aliados britanos, que, incapaces de olvidar años de luchas, parecían estar dispuestos a matarse unos contra otros a la menor oportunidad.
Pasados esos días el ejército de Clarence intentó el primer asalto: usando parte de sus máquinas de guerra el Duque mandó a su infantería a tratar de abrir una brecha. Los defensores respondieron con piedras, flechas y agua hirviendo y, aunque algunos enemigos consiguieron llegar a lo alto de las empalizadas, fueron rechazados sin demasiados problemas.
Durante dos semanas el Duque construyó más máquinas de asedio y, un día, tres grandes torres de asedio avanzaron hacia las murallas. El asalto se cobró la vida de muchos soldados de Clarence, pero al fin consiguieron abrir una brecha en los muros. Los aliados de Marlboro fueron sobrepasados y empezaron a retirarse hacia el castillo.
En su retirada, muchas tropas quedaron atrapadas en las calles de Wickham y pronto la batalla se convirtió en una confusa lucha por las calles de la ciudad. La ciudad comenzó a arder, presa de algunos saqueadores que no esperaron el desenlace de la lucha. Sir Lady Astrid, Sir Baelor, Sir Obon, Sir Lady Arya y la escudera Eloísa destacaron en la batalla. Bloquearon al paso a un grupo de caballeros que les doblaban en número y, a pesar de eso, nada parecía detener a los caballeros de Salisbury. En ese momento, Sir Lady Astrid vio con consternación como a sus enemigos se sumaban refuerzos encabezados por Sir Belleus y su séquito.
La contienda se recrudeció para nuestros caballeros. Sir Obon, dientes prietos y mirada férrea, no cedió un ápice de terreno y, lentamente, fue derribando a los caballeros que le acosaban. Sir Lady Arya se desembarazó rápidamente de un infante con un hábil golpe que le rompió el brazo al soldado, pero pronto se vio obligada a luchar a la defensiva contra otros dos caballeros. Sir Lady Ayra era una hábil espadachina, entrenada por su hermana Sir Lady Astrid, pero cayó derribada por el certero lanzazo de un infante que, viéndola distraída tras derribar a uno de los dos caballeros, clavó su lanza contra la cadera de la mujer, que cayó al suelo inconsciente. Sir Lady Astrid se enfureció al ver la peligrosa situación de su hermana y empezó a ganar ventaja frente a los contrincantes que la acosaban. Pero aquel día el que más destacó de entre todos los caballeros de Salisbury fue Sir Baelor. Acosado por dos hombres tuvo tiempo a matar a uno de ellos antes de que Sir Belleus se abalanzase sobre él acompañado por otro caballero.
"¡Si tenéis algo de honor luchad contra mí como los hombres, de uno en uno!" - Sir Baelor, desafiando a Sir Belleus.
Pero Sir Belleus no pareció tener en cuenta las palabras del caballero y prosiguió su ataque contra el mariscal de Salisbury, ayudándose de la superioridad numérica de la que gozada.
"El cementerio está lleno de hombres honorables, Sir Baelor. No os preocupéis, enseguida os uniréis a ellos." - Sir Belleus, con una sonrisa feroz.
Sir Belleus propinó un terrible golpe en el pecho a Sir Baelor que le rompió varias costillas y lo dejó sin respiración. Luchando contra la inconsciencia Sir Baelor bajó la guardia. Sir Belleus, confiado, lanzó otro golpe brutal para terminar de doblegar al caballero. Ese instante fue todo lo que necesitó Sir Baelor. Esquivando el golpe de Sir Belleus, Sir Baelor giró sobre sí mismo y, con un inspirado golpe, decapitó a su enemigo. La cabeza cayó al suelo con la sonrisa aún congelada en el semblante de Sir Belleus.
En ese momento sonaron cuernos de retirada. Nuestros caballeros recuperaron el aliento mientras Sir Baelor, gravemente herido, se apoyaba sobre su escudera Eloísa. La joven había demostrado ser digna hija de su madre, la difunta Sir Lady Freya, y había derrotado ella sola a dos infantes y a uno de los caballeros de Belleus.
En la confusión Sir Thebert había conseguido emboscar a los líderes de Clarence y hacerlos huir, con lo que el ejército invasor perdió su moral y había tocado retirada. Seguidamente las tropas aliadas de Marlborough saquearon el campamento enemigo y se cobraron un buen botín, pero todo el mundo estaba demasiado agotado como para perseguir a sus enemigos. El Duque Artaus se retiró a Wandborough con las tropas que habían sobrevivido. El asedio de Wickham terminó con la victoria de Salisbury, aunque costó muchas vidas.
Nuestros caballeros se despidieron de sus aliados y regresaron a Salisbury, donde celebraron la victoria con un gran banquete. Las semanas pasaron mientras se recuperaban de sus heridas.
Durante ese tiempo llegaron noticias preocupantes. El Rey Cwichelm y sus anglos hicieron un movimiento sorpresa al principio de primavera: asediaron y saquearon la ciudad de Royston antes de que los condes puedan organizarse. Los dos ejércitos britanos marcharon al encuentro del enemigo pero el ejército de Hertford fue vencido antes de que pueda unirse al de Huntington. El Conde de Huntington se retiró a Beale Valet y allí fue asediado y conquistado. Él y todos sus hombres fueron asesinados o esclavizados. Tras esto mensajeros anglos exigieron tributo a todas las tierras de su alrededor: Londres, Rydichan, Silchester, Lonazep e incluso la lejana Lindsey aunque fueron incapaces de encontrar Brun o Tribuit. Huntington y Hertford formaban parte ahora de la región de los anglos y las tierras bajo el dominio sajón eran ahora más numerosas que nunca.
Y más noticias: una pequeña flota de sajones había desembarcado en la costa sur, cerca de Chichester, tomando la ciudad. Su jefe se llamaba Port y marchó al norte para enfrentarse contra el Rey Cerdic, que se dirigía a Chichester para ver qué había sucedido. Hubo una batalla y el Rey Cerdic fue derrotado. Tras eso, Cerdic se vio obligado a otorgar unas cuantas ciudades a Port. Una de ellas fue renombrada como Portchester en honor al caudillo.
Una vez recuperados volvieron a ir al Bosque Salvaje.
"¿Otra vez al Bosque Salvaje? A ver, si hay batallas voy donde sea... pero para chuminadas de éstas..." - Sir Obon, que no lo veía claro.
Una vez en el Castillo Salvaje Sir Lady Astrid volvió a perder contra el Enano en la partida de ajedrez. Un año más tenían que marcharse sin conseguir una audiencia con el Rey del Bosque Salvaje.
"Esto se está convirtiendo en una bonita costumbre, Sir Lady Astrid." - El Enano, justo antes de dar jaque mate a la caballera.
Durante el verano partidas de guerra de Kent incursionaron Salisbury, cumpliendo así las promesas de represalia que el emisario de Kent había anunciado a primeros de año. Aún peor, otros sajones asaltaron la Abadía de Amesbury, secuestrando a la Reina Ygraine y su hija más joven, Morgana.
"Si alguien se casara con la hija del antiguo rey obtendría prestigio y legitimidad... ¿quién puede haber sido?" - Sir Lady Astrid, sopesando la situación.
Todo Salisbury se puso en marcha para tratar de encontrar a los secuestradores. Sin embargo los sajones demostraron ser escurridizos y esquivaron todas las patrullas. Finalmente, Sir Lady Astrid, Sir Baelor, Sir Obon y Sir Lady Arya encontraron a la reina gracias a las habilidades de caza de Sir Baelor. Ella y su hija estaban en el campo, junto a los cuerpos sin vida de los sajones. Por sus emblemas parecían sajones de Essex. Cuando los caballeros preguntaron a las mujeres qué había sucedido, la reina, en estado de shock, contestó que no había visto nada. La princesa comentó de forma fría:
"Fueron imprudentes." - Morgana, helando la sangre a los caballeros.
Ambas mujeres fueron alojadas en Sarum, donde estarían más seguras. Una semana más tarde, la Reina Ygraine se presentó al Consejo. Quería cumplir una de las últimas voluntades de su esposo, el Rey Uther, e iba a viajar al norte para casar a Morgana con el Rey Uriens de Gorre, por lo que solicitaba unos cuantos caballeros para que actuasen como su escolta.
"¿A dónde diceeee? ¡Pero si eso está 'muchísmo' lejos!" - Eloísa, debajo de un almendro.
Sir Lady Astrid, Sir Baelor, Sir Obon, Sir Lady Aria y Eloísa viajaron al norte. En el camino muchos caballeros se les unieron recordando la belleza de Ygraine. Aunque los años habían pasado, la Reina seguía siendo la mujer más bella de Britania. Sir Obon, fascinado por la belleza de la Reina consiguió una audiencia con ella. Subió al carromato donde la reina viajaba con su hija e inició una educada conversación con Ygraine, coqueteando de forma cortés. En un momento de la conversación Morgana interrumpió al caballero: "No seais imprudente, Sir Obon." A lo que el caballero respondió despidiéndose presurosamente de ambas damas y bajó del carromato.
La comitiva siguió el Camino Real atravesando Clarence, Wuerensis, Bedegraine y Lambor. Estos dos últimos condados estaban en guerra con el Rey Leodegrance de Cameliard y la zona era peligrosa, pero nadie les atacó. Después viajaron por Lindsey y Malahaut hasta llegar a Catterick, donde el Rey Uriens esperaba en persona a su prometida y conoció a nuestros caballeros. A esas alturas la escolta era lo suficientemente numerosa como para atravesar el peligroso Rheged sin peligro y la comitiva de boda llegó al Castillo Gaiholm sin incidentes. Gaiholm era un castillo de montículo y empalizada de dimensiones gargantuescas, con muros de madera que se elevaban el doble de altura de lo que era habitual en aquellos tiempos y una inmensa torre con el triple de la altura habitual desde la que se veía con claridad el numeroso ganado que pastaba bajo la protección del castillo.
Todo aquel que era alguien en las tierras del norte estuvo presente en la celebración. Entre ellos acudieron Margawse y Elaine, las dos hermanas mayores de Morgana, con sus hijos y sus maridos, el Rey Lot de Lothian y el Rey Nentres de Garloth. También se unieron a las celebraciones muchas tribus de las montañas aliadas de Gorre: hombres y mujeres rudos con trajes desfasados que hablaban con un acento muy cerrado.
La boda entre Uriens y Morgana fue fastuosa, y se utilizó estrictamente el ritual pagano. Los caballeros asistieron al banquete de celebración. Sir Lady Astrid aprovechó para entablar conversación con el Rey Lot, el cual dijo reconocer el nombre de la mujer, pues su fama había llegado ya a las tierras del norte. Luego conversó también con el Rey Uriens. Sir Baelor XXXXXXXX. Sir Obon estuvo coqueteando con una de las sirvientas del banquete y en un momento de la velada ambos desaparecieron de los festejos. Sir Lady Arya fue nombrada Reina de las Judías, un divertido título que según las costumbres del norte solía recaer en alguno de los asistentes de la celebración. El Rey Uriens bailó con la caballera que, nerviosa por ser el centro de atención, no demostró muchas dotes bailarinas. Luego Sir Lady Arya abandonó el banquete acompañada por un rudo habitante de las montañas. Eloísa, por su parte, estuvo atendiendo las necesidades de Sir Baelor durante el banquete, pero también aprovechó para hablar con el Rey Lot, el más poderoso de los Reyes del Norte. El aspecto regio del Rey parecía ejercer cierta fascinación sobre la joven escudera.
Al día siguiente y terminada la fiesta, los caballeros recibieron ricos presentes de mano de la propia Reina Ygraine y volvieron a casa. Esta vez sin la protección de una escolta nuestros caballeros atravesaron Rheged con cautela, pues habían oído hablar de sus peligros, pero afortunadamente nada ni nadie les molestó. Siguieron el camino de vuelta hasta llegar a Cameliard, que había conseguido rechazar a los incursores de Bedegraine y Lambor. Allí los caballeros pudieron admirar la Mesa Redonda que un día el Rey Uther regaló al Rey Leodegrance, con capacidad para ciento cuenta personas. En la corte del Rey, Sir Obon entretuvo a la joven hija del Rey, la princesa Ginebra, que no era más que una niña y la llevó a caballito por todo el salón entre grititos de alegría de la chiquilla.
"¡Más rápido, Sir Obon! ¡Más rápido!" - Ginebra, "espoleando" divertida al caballero.
Finalmente llegaron a Sarum, al hogar.
A principios de otoño Sir Bennem regresó de Cambria y les contó lo que allí había sucedido: tras un largo verano recorriendo la cadena montañosa el Rey Nanteleod consiguió arrinconar al ejército de los hermanos Cadwell con la ayuda de un ejército irlandés venido desde Leinster. Los Cadwell fueron derrotados y ejecutados y Nanteleod nombró a su vasallo Maelgwen rey de Norgales. Escavalon quedaba así consolidada como una importante potencia militar.
El invierno fue duro un año más. La ausencia de un Rey parecía afectar a la mismísima tierra y al ánimo de sus gentes, y las cosechas apenas daban para la manutención de la población. Los sajones de Kent redoblaron sus incursiones sobre Salisbury y raro fue el señorío que no se vio afectado por sus actos de rapiña. Sir Lady Astrid fue visitada por un druida que le pronosticó que en la próxima gran batalla que combatiese moriría. Pero en medio de tanto pesar hubo al menos un acontecimiento de celebración: Sir Lady Arya contrajo matrimonio y sus festejos contribuyeron a diluir un poco las penurias existentes.
"- Espero que el Consejo envíe al ejército a ayudar a Ulfius: tenemos que detener a esos nuevos sajones. ¿Por qué siempre parecen invencibles cuando desembarcan? ¿Nadie puede pararles?
- Es magia, querida, magia. Adoran a dioses malvados. Antes de desembarcar sacrifican bebés y mujeres vírgenes. Por eso superan a nuestros ejércitos.
- ¡Con lo bien que iban las cosas! Sajones matando sajones y galeses e irlandeses guerreando también entre ellos.
- Sí, pero... ¿cuánto durará ésto? Puede que se maten unos cuantos entre sí, pero los supervivientes se unirán en un solo ejército después de eso. Hasta ahora hemos tenido suerte conteniéndoles pero, ¿tú crees que se contentarán con pedirnos tributo cuando estén unidos? Será el fin de todo.
- Bueno, no creo que actuen de manera distinta a como lo haríamos nosotros. Mirad al Rey Idres: es franco, ¿no? Y actúa de forma muy similar a un britano. Luchar unos contra otros forma parte de la naturaleza humana y no del país de origen de cada cual.
- Bueno querida, me han contado que, desde luego, tú sí que sabes consolarte con la "naturaleza humana"... (risas).
- ¿No creéis que vamos de mal en peor? Espero que las cosas mejoren cuando el joven conde sea nombrado caballero."
Llegó un emisario con autoridad para hablar en nombre de los condes de Huntington y Hertford. Ambos condados se habían aliado en un pacto de defensa mutua y buscaban otros condados que quisieran unirse a ellos. Solicitaban ayuda para luchar contra los anglos que habían conquistado Caercolum. Temían ser las próximas víctimas y necesitaban ayuda en forma de voluntarios por "el bien de Britania".
"Por eso necesitamos un Rey. Con él tendríamos un único ejército." - Sir Amig, cualquier tiempo pasado fue mejor.
Tras debatirlo el Consejo denegó de forma cortés ayudar a los condes de Huntington y Hertford, aduciendo tener problemas imperiosos en las cercanías de Salisbury.
Finalmente llegó Sir Thebert de Marlboro. Con gesto adusto se arrodilló ante el Consejo. El Duque de Clarence avanzaba a través de Marlborough en contra de su señor, el joven Conde Bar. Hizo ver al Consejo que esta situación no se habría producido de no ser por el ataque de los caballeros de Salisbury hace dos años y apeló al Honor de Salisbury para reparar el daño cometido y a la amistad que le unía con algunos miembros del Consejo. Además, afirmó, los caballeros ladrones de Rydychan también iban a enviar tropas para ayudar a Clarence y seguro que Salisbury no deseaba tener a estos vecinos en su frontera norte.
Sir Lady Astrid y Sir Amig apoyaron a Sir Verius. La primera por la amistad que le unía al caballero y el segundo, por la justicia de su caso; Sir Bennem arguyó que el Honor de Salisbury no estaba en entredicho. Después de una fuerte discusión el Consejo decidió ayudar a Marlborough y marchar a la guerra. Intentando conseguir ayuda el Consejo mandó emisarios a las regiones vecinas: Sir Lycus a Silchester, Sir Lady Lilo y Sir Edar a Dorset, Sir Lady Astrid y Sir Baelor a Somerset, Sir Aedan y Sir Lady Denali a Sussex y Sir Obon y Sir Lady Arya a Cornualles.
En Silchester, Sir Lycus fue recibido por el Duque Ulfius. La corte estaba atestada y Sir Lycus se vio obligado a sobornar con ricos presentes al chambelán del duque. Finalmente expuso su caso y recordó al duque que los caballeros ladrones de Rydychan estaban involucrados y debían ser castigados. El Duque Ulfius decidió enviar a Sir Blains de Levcomagus junto con 14 caballeros y 50 soldados. Sir Blains era un viejo enemigo de Salisbury, pero Sir Lycus sabía que no sería sabio rechazar esa ayuda.
En Dorset, Sir Lady Lilo y Sir Edar se reunieron con el Pretor Jonathel. Al exponerle la situación el Pretor recordó a los caballeros que el año pasado le habría gustado contar con el apoyo de Salisbury en su guerra contra Cornualles pero que no recibió ayuda. Aún así había conseguido el triunfo, pero ahora precisaba de todos sus caballeros y soldados para patrullar la inestable frontera.
Más suerte tuvieron Sir Lady Astrid y Sir Baelor en Somerset. El viejo rey confiaba en la protección que le daban sus marismas para luchar una guerra de guerrillas en caso de ser invadidos y en un principio no se vio presionado por la amenaza de ninguna fuerza exterior. Sin embargo las inspiradoras palabras de Sir Lady Astrid conmovieron el seco corazón del rey y acordó enviarles treinta infantes, cazadores de las marismas en su mayoría.
"El Rey de Somerset es el Rey de las Ranas, creyéndose a salvo tras sus marismas y charcas." - vieja tonadilla de Salisbury.
Sir Aedan y Sir Lady Denali fueron a Sussex. Allí la joven caballera habló con el Bretwalda y éste ratificó su compromiso con la alianza de Salisbury, enviando cien infantes sajones al mando de Celyn, su heredero.
En Cornualles, Sir Obon y Sir Lady Arya no lograron persuadir al Príncipe Mark que, hablando en nombre de su padre, se limitó a ofrecer como mercenarios la misma cantidad de caballeros que Salisbury le había prestado hacía dos años. Conscientes de las arcas vacías de Salisbury y su incapacidad de pagarlos ambos caballeros abandonaron Cornualles.
"Ya vendrán a pedir algo, ya..." - Sir Lady Arya, galopando de vuelta a Sarum y resentida con Cornualles.
Por fin los ejércitos marcharon hacia su destino. Las tropas de Marlborough, Salisbury, Silchester, Somerset y Sussex conformaban sesenta y cinco caballeros y unos doscientos setenta infantes. Sir Thebert recibió a los caballeros en Wickham con grandes muestras de júbilo, puesto que temía que su causa estuviera perdida. El joven Conde Bar, que no tenía edad ni siquiera para ser escudero, acompañaba siempre a Sir Thebert. Cuando llegó el momento de decidir quién liberaría las tropas muchos apoyaron a Sir Baelor, Mariscal de Salisbury, pero después de algunas discusiones Sir Thebert de Marlboro consiguió el mando supremo. Después de todo, era su ciudad la que iba a ser asediada.
"Por supuesto, demos el mando a un caballero de Salisbury. Después de todo ya demostraron hace dos años que son mejores batalladores que los caballeros de Marlborough, ¿no es cierto, Sir Baelor?" - Sir Blains de Levcomagus, trabajando por el buen entendimiento entre sus aliados.
Un día las tropas de Clarence llegaron a Wickham. Al mando del Duque Artaus, más de doscientos caballeros y cuatrocientos soldados, junto a numerosas máquinas de asedio, acamparon frente a las murallas. Junto a las tropas de Clarence marchaban la mitad de los ejércitos de Marlborough, bajo el mando de Sir Coden de Wandborough; tropas de Rydychan, a las órdenes de Sir Belleus; y soldados de Wuerensis, cuyo Conde había jurado vasallaje al Duque de Clarence.
Sir Blains estimaba que había pocos asaltantes y que se podría resistir el asedio. Mientras así hablaba llegó Sir Thebert y comunicó a los caballeros que su señor, el Conde Bar, había decidido presentar batalla. Todos los caballeros, incluyendo a Sir Blains se negaron. Sólo Celyn y sus sajones parecían dispuestos a arremeter contra un enemigo que era a toda vista superior en número.
"Carguemos contra esos desgraciados y que Odín decida quién va a beber hidromiel a sus salones." - Celyn, un sajón jovial.
A pesar de que en un principio Sir Thebert les tachó de cobardes, la razón se impuso y las tropas se quedaron detrás de las murallas.
El asedio se prolongó una semana. Fueron días duros, en los que Sir Lady Astrid se dedicó a mantener la calma entre los sajones y el resto de aliados britanos, que, incapaces de olvidar años de luchas, parecían estar dispuestos a matarse unos contra otros a la menor oportunidad.
Pasados esos días el ejército de Clarence intentó el primer asalto: usando parte de sus máquinas de guerra el Duque mandó a su infantería a tratar de abrir una brecha. Los defensores respondieron con piedras, flechas y agua hirviendo y, aunque algunos enemigos consiguieron llegar a lo alto de las empalizadas, fueron rechazados sin demasiados problemas.
Durante dos semanas el Duque construyó más máquinas de asedio y, un día, tres grandes torres de asedio avanzaron hacia las murallas. El asalto se cobró la vida de muchos soldados de Clarence, pero al fin consiguieron abrir una brecha en los muros. Los aliados de Marlboro fueron sobrepasados y empezaron a retirarse hacia el castillo.
En su retirada, muchas tropas quedaron atrapadas en las calles de Wickham y pronto la batalla se convirtió en una confusa lucha por las calles de la ciudad. La ciudad comenzó a arder, presa de algunos saqueadores que no esperaron el desenlace de la lucha. Sir Lady Astrid, Sir Baelor, Sir Obon, Sir Lady Arya y la escudera Eloísa destacaron en la batalla. Bloquearon al paso a un grupo de caballeros que les doblaban en número y, a pesar de eso, nada parecía detener a los caballeros de Salisbury. En ese momento, Sir Lady Astrid vio con consternación como a sus enemigos se sumaban refuerzos encabezados por Sir Belleus y su séquito.
La contienda se recrudeció para nuestros caballeros. Sir Obon, dientes prietos y mirada férrea, no cedió un ápice de terreno y, lentamente, fue derribando a los caballeros que le acosaban. Sir Lady Arya se desembarazó rápidamente de un infante con un hábil golpe que le rompió el brazo al soldado, pero pronto se vio obligada a luchar a la defensiva contra otros dos caballeros. Sir Lady Ayra era una hábil espadachina, entrenada por su hermana Sir Lady Astrid, pero cayó derribada por el certero lanzazo de un infante que, viéndola distraída tras derribar a uno de los dos caballeros, clavó su lanza contra la cadera de la mujer, que cayó al suelo inconsciente. Sir Lady Astrid se enfureció al ver la peligrosa situación de su hermana y empezó a ganar ventaja frente a los contrincantes que la acosaban. Pero aquel día el que más destacó de entre todos los caballeros de Salisbury fue Sir Baelor. Acosado por dos hombres tuvo tiempo a matar a uno de ellos antes de que Sir Belleus se abalanzase sobre él acompañado por otro caballero.
"¡Si tenéis algo de honor luchad contra mí como los hombres, de uno en uno!" - Sir Baelor, desafiando a Sir Belleus.
Pero Sir Belleus no pareció tener en cuenta las palabras del caballero y prosiguió su ataque contra el mariscal de Salisbury, ayudándose de la superioridad numérica de la que gozada.
"El cementerio está lleno de hombres honorables, Sir Baelor. No os preocupéis, enseguida os uniréis a ellos." - Sir Belleus, con una sonrisa feroz.
Sir Belleus propinó un terrible golpe en el pecho a Sir Baelor que le rompió varias costillas y lo dejó sin respiración. Luchando contra la inconsciencia Sir Baelor bajó la guardia. Sir Belleus, confiado, lanzó otro golpe brutal para terminar de doblegar al caballero. Ese instante fue todo lo que necesitó Sir Baelor. Esquivando el golpe de Sir Belleus, Sir Baelor giró sobre sí mismo y, con un inspirado golpe, decapitó a su enemigo. La cabeza cayó al suelo con la sonrisa aún congelada en el semblante de Sir Belleus.
En ese momento sonaron cuernos de retirada. Nuestros caballeros recuperaron el aliento mientras Sir Baelor, gravemente herido, se apoyaba sobre su escudera Eloísa. La joven había demostrado ser digna hija de su madre, la difunta Sir Lady Freya, y había derrotado ella sola a dos infantes y a uno de los caballeros de Belleus.
En la confusión Sir Thebert había conseguido emboscar a los líderes de Clarence y hacerlos huir, con lo que el ejército invasor perdió su moral y había tocado retirada. Seguidamente las tropas aliadas de Marlborough saquearon el campamento enemigo y se cobraron un buen botín, pero todo el mundo estaba demasiado agotado como para perseguir a sus enemigos. El Duque Artaus se retiró a Wandborough con las tropas que habían sobrevivido. El asedio de Wickham terminó con la victoria de Salisbury, aunque costó muchas vidas.
Nuestros caballeros se despidieron de sus aliados y regresaron a Salisbury, donde celebraron la victoria con un gran banquete. Las semanas pasaron mientras se recuperaban de sus heridas.
Durante ese tiempo llegaron noticias preocupantes. El Rey Cwichelm y sus anglos hicieron un movimiento sorpresa al principio de primavera: asediaron y saquearon la ciudad de Royston antes de que los condes puedan organizarse. Los dos ejércitos britanos marcharon al encuentro del enemigo pero el ejército de Hertford fue vencido antes de que pueda unirse al de Huntington. El Conde de Huntington se retiró a Beale Valet y allí fue asediado y conquistado. Él y todos sus hombres fueron asesinados o esclavizados. Tras esto mensajeros anglos exigieron tributo a todas las tierras de su alrededor: Londres, Rydichan, Silchester, Lonazep e incluso la lejana Lindsey aunque fueron incapaces de encontrar Brun o Tribuit. Huntington y Hertford formaban parte ahora de la región de los anglos y las tierras bajo el dominio sajón eran ahora más numerosas que nunca.
Y más noticias: una pequeña flota de sajones había desembarcado en la costa sur, cerca de Chichester, tomando la ciudad. Su jefe se llamaba Port y marchó al norte para enfrentarse contra el Rey Cerdic, que se dirigía a Chichester para ver qué había sucedido. Hubo una batalla y el Rey Cerdic fue derrotado. Tras eso, Cerdic se vio obligado a otorgar unas cuantas ciudades a Port. Una de ellas fue renombrada como Portchester en honor al caudillo.
Una vez recuperados volvieron a ir al Bosque Salvaje.
"¿Otra vez al Bosque Salvaje? A ver, si hay batallas voy donde sea... pero para chuminadas de éstas..." - Sir Obon, que no lo veía claro.
Una vez en el Castillo Salvaje Sir Lady Astrid volvió a perder contra el Enano en la partida de ajedrez. Un año más tenían que marcharse sin conseguir una audiencia con el Rey del Bosque Salvaje.
"Esto se está convirtiendo en una bonita costumbre, Sir Lady Astrid." - El Enano, justo antes de dar jaque mate a la caballera.
Durante el verano partidas de guerra de Kent incursionaron Salisbury, cumpliendo así las promesas de represalia que el emisario de Kent había anunciado a primeros de año. Aún peor, otros sajones asaltaron la Abadía de Amesbury, secuestrando a la Reina Ygraine y su hija más joven, Morgana.
"Si alguien se casara con la hija del antiguo rey obtendría prestigio y legitimidad... ¿quién puede haber sido?" - Sir Lady Astrid, sopesando la situación.
Todo Salisbury se puso en marcha para tratar de encontrar a los secuestradores. Sin embargo los sajones demostraron ser escurridizos y esquivaron todas las patrullas. Finalmente, Sir Lady Astrid, Sir Baelor, Sir Obon y Sir Lady Arya encontraron a la reina gracias a las habilidades de caza de Sir Baelor. Ella y su hija estaban en el campo, junto a los cuerpos sin vida de los sajones. Por sus emblemas parecían sajones de Essex. Cuando los caballeros preguntaron a las mujeres qué había sucedido, la reina, en estado de shock, contestó que no había visto nada. La princesa comentó de forma fría:
"Fueron imprudentes." - Morgana, helando la sangre a los caballeros.
Ambas mujeres fueron alojadas en Sarum, donde estarían más seguras. Una semana más tarde, la Reina Ygraine se presentó al Consejo. Quería cumplir una de las últimas voluntades de su esposo, el Rey Uther, e iba a viajar al norte para casar a Morgana con el Rey Uriens de Gorre, por lo que solicitaba unos cuantos caballeros para que actuasen como su escolta.
"¿A dónde diceeee? ¡Pero si eso está 'muchísmo' lejos!" - Eloísa, debajo de un almendro.
Sir Lady Astrid, Sir Baelor, Sir Obon, Sir Lady Aria y Eloísa viajaron al norte. En el camino muchos caballeros se les unieron recordando la belleza de Ygraine. Aunque los años habían pasado, la Reina seguía siendo la mujer más bella de Britania. Sir Obon, fascinado por la belleza de la Reina consiguió una audiencia con ella. Subió al carromato donde la reina viajaba con su hija e inició una educada conversación con Ygraine, coqueteando de forma cortés. En un momento de la conversación Morgana interrumpió al caballero: "No seais imprudente, Sir Obon." A lo que el caballero respondió despidiéndose presurosamente de ambas damas y bajó del carromato.
La comitiva siguió el Camino Real atravesando Clarence, Wuerensis, Bedegraine y Lambor. Estos dos últimos condados estaban en guerra con el Rey Leodegrance de Cameliard y la zona era peligrosa, pero nadie les atacó. Después viajaron por Lindsey y Malahaut hasta llegar a Catterick, donde el Rey Uriens esperaba en persona a su prometida y conoció a nuestros caballeros. A esas alturas la escolta era lo suficientemente numerosa como para atravesar el peligroso Rheged sin peligro y la comitiva de boda llegó al Castillo Gaiholm sin incidentes. Gaiholm era un castillo de montículo y empalizada de dimensiones gargantuescas, con muros de madera que se elevaban el doble de altura de lo que era habitual en aquellos tiempos y una inmensa torre con el triple de la altura habitual desde la que se veía con claridad el numeroso ganado que pastaba bajo la protección del castillo.
Todo aquel que era alguien en las tierras del norte estuvo presente en la celebración. Entre ellos acudieron Margawse y Elaine, las dos hermanas mayores de Morgana, con sus hijos y sus maridos, el Rey Lot de Lothian y el Rey Nentres de Garloth. También se unieron a las celebraciones muchas tribus de las montañas aliadas de Gorre: hombres y mujeres rudos con trajes desfasados que hablaban con un acento muy cerrado.

Al día siguiente y terminada la fiesta, los caballeros recibieron ricos presentes de mano de la propia Reina Ygraine y volvieron a casa. Esta vez sin la protección de una escolta nuestros caballeros atravesaron Rheged con cautela, pues habían oído hablar de sus peligros, pero afortunadamente nada ni nadie les molestó. Siguieron el camino de vuelta hasta llegar a Cameliard, que había conseguido rechazar a los incursores de Bedegraine y Lambor. Allí los caballeros pudieron admirar la Mesa Redonda que un día el Rey Uther regaló al Rey Leodegrance, con capacidad para ciento cuenta personas. En la corte del Rey, Sir Obon entretuvo a la joven hija del Rey, la princesa Ginebra, que no era más que una niña y la llevó a caballito por todo el salón entre grititos de alegría de la chiquilla.
"¡Más rápido, Sir Obon! ¡Más rápido!" - Ginebra, "espoleando" divertida al caballero.
Finalmente llegaron a Sarum, al hogar.
A principios de otoño Sir Bennem regresó de Cambria y les contó lo que allí había sucedido: tras un largo verano recorriendo la cadena montañosa el Rey Nanteleod consiguió arrinconar al ejército de los hermanos Cadwell con la ayuda de un ejército irlandés venido desde Leinster. Los Cadwell fueron derrotados y ejecutados y Nanteleod nombró a su vasallo Maelgwen rey de Norgales. Escavalon quedaba así consolidada como una importante potencia militar.
El invierno fue duro un año más. La ausencia de un Rey parecía afectar a la mismísima tierra y al ánimo de sus gentes, y las cosechas apenas daban para la manutención de la población. Los sajones de Kent redoblaron sus incursiones sobre Salisbury y raro fue el señorío que no se vio afectado por sus actos de rapiña. Sir Lady Astrid fue visitada por un druida que le pronosticó que en la próxima gran batalla que combatiese moriría. Pero en medio de tanto pesar hubo al menos un acontecimiento de celebración: Sir Lady Arya contrajo matrimonio y sus festejos contribuyeron a diluir un poco las penurias existentes.
Los Caballeros en el 501
Eloísa (Edad 15)
Sir Baelor (Edad 37)
Caballera Cekta Pagana, Escudera, Gloria 1.238
TAM 14 DES 10 FUE 14 CON 15 ASP 12
Habilidades principales:
Rasgos y Pasiones famosas: Clemente16, Generosa 16, Modesta 16, Valiente 16, Lealtad (Conde Roderick) 16, Amor (familia) 16
Sir Baelor (Edad 37)
Caballero Celta Cristiano Britano, Caballero Abanderado, Mariscal de Salisbury, Gloria 11.185
TAM 14 DES 13 FUE 19 CON 13 ASP 11
Habilidades principales: Administración 18, Cazar 19, Batalla 20, Equitación 18, Espada 27, Lanzas 17.
Rasgos y Pasiones famosas: Lujurioso 17, Enérgico 16, Valiente 17, Lealtad (Conde Robert) 16, Amor (familia) 16, Honor 15, Lealtad (Escudos de Sarum) 19.
Posesiones:
- 7 señoríos en Salisbury
- Winterbourne Stoke
- Market Lavington (cedido a Sir Alastor)
- Marston (cedido a Sir George)
- Bodenham (cedido)
- Coombe Bisset (cedido)
- Over Wallop (cedido)
- Chitterne (donado al padre Karras)
- 1 Castillo
- Winterbourne Stoke - Patio y empalizada - VD 5/3 - 10 infantes
- 6 Caballeros Vasallos (Sir Alastor, Sir George y 4 más)
- Tesoro: 28£ y 120 denarios
Sir Lady Arya (Edad 26)
Caballera Celta Pagana Britana, Caballera Vasalla, Gloria 1.943
TAM 10 DES 15 FUE 16 CON 15 ASP 10
Habilidades principales: Equitación 20, Espada 20, Lanzas 16
Rasgos y Pasiones famosas: Valiente 16, Lealtad (Conde Robert) 16, Amor (familia) 17, Odio (sajones) 18.
Posesiones:
- Tesoro: 7 £
Caballera Sajona Cristiana Britana, Caballera Abanderada, Castellana de Vagon, Campeona de Salisbury Gloria 12.232
TAM 13 DES 12 FUE 17 CON 15 ASP 15
Habilidades principales: Administración 16, Juegos 15, Percepción 16, Primeros auxilios 17, Encanto nórdico 18, Equitación 18, Espada 26, Lanza de caballería 16
Rasgos y Pasiones famosas: Mundana 17, Enérgica 16, Honesta 16, Justo 19, Valiente 19, Lealtad (Conde Robert) 21, Amor (familia) 17, Lealtad (Escudos de Sarum) 20, Lealtad (vasallos) 16, Odio (otros sajones) 17.
Posesiones:
- 4 señoríos en Salisbury:
- Dinton
- Grately
- Monxton (cedido a Sir Lady Aria)
- Vagon
- 2 Castillos
- Dinton - Zanja y terraplén con foso - VD 4
- Vagon - Patio y empalizada - VD 5/3
- 3 Caballeros Vasallos
- Tesoro: 25 £ y 135 denarios
Caballero Cristiano Arriano, Caballero Vasallo, Gloria 3.655
TAM 15 DES 9 FUE 18 CON 14 ASP 10
Habilidades principales: Equitación 16, Espada 19, Lanza de caballería 15
Rasgos y Pasiones famosas: Clemente 16, Enérgico 16, Frugal 16, Honesto 16, Valiente 17, Lealtad (Conde Robert) 17
Posesiones:
- 1 destrero andaluz
- Tesoro: 22 £ y 7 denarios
No hay comentarios:
Publicar un comentario